El Plan de la UE para una economía limpia y sostenible, ASG e ISR
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La UE en diciembre de 2015 aprobó el Acuerdo de París por el clima,
que incluye medidas para mejorar la sostenibilidad económica de la UE y, en especial,
incluye una reducción mínima del 40% de las emisiones de gases de efecto
invernadero producidas en su territorio. En la misma línea se aprobó también,
pero en el marco de la ONU, la conocida como Agenda 2030. Dicha Agenda
contempla 17 objetivos y más de 100 metas para un desarrollo sostenible, tanto
desde la esfera social como medioambiental y cubre una gran variedad de temas.
Además de estos dos documentos, que actualmente son los dos
principales ejes de la UE en materia de sostenibilidad, también se aprobó el
Marco de la UE en materia de clima y de energía para 2030 y el Plan de acción
de la economía circular.
La complejidad del hito que se están fijando las instituciones gubernamentales
para mejorar la sostenibilidad del planeta, obliga a los Estados a enfocar el
reto desde varios niveles y materias. En un primer nivel, se hallan acuerdos
como el de París por el clima y la Agenda 2030, con objetivos globales y más
genéricos; en un segundo nivel, son necesarios otros acuerdos más concretos,
normalmente por materia, pero también a nivel supranacional; y, en un tercer
nivel, son necesarias normas internas de cada Estado.
Como ejemplo del segundo nivel de actuación, la Comisión Europea
publicó en marzo de 2018 su Plan de Acción para una economía más ecológica y
más limpia. Este documento contempla una hoja de ruta para potenciar el papel
de las finanzas en la consecución de los objetivos medioambientales fijados por
la UE.
De su Plan de Acción la Comisión destaca los siguientes objetivos:
- Establecer un lenguaje común para las finanzas sostenibles, creando un sistema de clasificación unificado.
- Crear etiquetas de la UE para los productos financieros “verdes”.
- Clarificar la obligación de los gestores de activos y de los inversores institucionales de tener en cuenta la sostenibilidad en las inversiones.
- Obligar a las empresas de seguros e inversión a asesorar a sus clientes sobre sus preferencias en materia de sostenibilidad.
- Integrar la sostenibilidad en los requisitos prudenciales de los bancos y compañías de seguros.
- Aumentar la transparencia en los informes corporativos.
La importancia de este Plan de Acción reside en la necesidad de hacer
fluir el capital hacia inversiones sostenibles. En tanto las instituciones de
la UE han estimado que son necesarios unos 180.000 millones de euros para
financiar las inversiones que permitirán cumplir los objetivos fijados para
2030, en los próximos años habrá una importante cantidad de dinero disponible
para proyectos que sean sostenibles para el medio ambiente.
Respecto a las inversiones socialmente responsables, además de
considerarse objetivos de tipo medioambiental, se toman en cuenta también
objetivos de mejora social, de salud de las personas, igualdad, convivencia,
transparencia, paz social y otros aspectos de carácter social y de crecimiento
sostenible.
A la vista de esta situación, es de esperar que en los próximos años
la financiación de proyectos positivos para el medioambiente sea mayor. Sin
embargo, otras materias que son parte de las inversiones socialmente
sostenibles seguro que también se ven beneficiadas por estos cambios.
Uno de los factores que facilitará la mejora en las inversiones
socialmente responsables vendrá posiblemente de la mejora en la transparencia
de los operadores económicos. En tanto cuanto más información tengan los
inversores y usuarios, más impacto podrán tener otras variables distintas a la
rentabilidad económica.
Los objetivos de tipo medioambiental serán los que más fácilmente
pueden beneficiarse de iniciativas como la Agenda 2030, en tanto la aprobación
de normas que promueva el uso de energías renovables tiene un impacto directo
en el mercado (con medidas como la prohibición de determinados niveles de
contaminación o la modificación de la normativa urbanística para construir más
plantas de energía eólica o fotovoltaica). A pesar de ello, otras medidas de
carácter social también podrán regularse en forma parecida, pero otras forman
parte de principios más genéricos que no pueden condicionarse fácilmente con
incentivos económicos.
En cuanto a los efectos que provoca en las empresas la aprobación de
los distintos acuerdos para una economía limpia y sostenible, hay que
distinguir entre las medidas de obligado cumplimiento (como la reciente
obligación de incluir información no financiera en las cuentas anuales) y los
principios aprobados pero que no constituyen obligaciones concretas. Tanto como
consecuencia de las medidas obligatorias, como de los principios no
obligatorios, las empresas se están viendo con la necesidad de contratar
personal al cargo de estas tareas y aprobar planes para una gestión socialmente
más responsable.
El conjunto de criterios a tener en cuenta para un desarrollo
sostenible en la empresa se conoce como criterios ambientales, sociales y de
gobierno corporativo (criterios ASG) y cuando estos se tienen en cuenta en la
toma de inversiones, podemos decir que estas son inversiones sostenibles y responsables
(ISR). Sin duda, en los próximos los ISR serán claves para el crecimiento de
las empresas y para la inversión a realizar por entidades de capital riesgo.
Además, en tanto los ASG cada vez se nutrirán de más normas de obligado
cumplimiento y más principios, las compañías tendrán que estar preparadas para
su cumplimiento y para satisfacer las exigencias de inversores y consumidores.
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