El derecho no importa a nadie, y menos los abogados
Hay abogados a por
doquier, en parte porque sacarse la carrera en España es barato y fácil y, por
otra parte, porque mucha gente estudia esta carrera pensando que i) la abogacía es
una profesión bien pagada y ii) que el derecho otorga un conocimiento general muy
útil para gran variedad de profesiones. Es cierto que el derecho permite un
conocimiento general muy útil, pero también lo es que por sí sola no es
garantía de ningún éxito profesional. Asimismo, el ejercicio de la abogacía en
España está inmersa en un mercado ultracompetitivo, con demanda de gran
especialización y precios bajos.
Junto a la
situación anterior, la prestación de servicios jurídicos sufre de graves
deficiencias. Con esto me refiero a que los clientes, en la mayoría de los
casos, no tienen el conocimiento necesario para valorar la calidad del
servicio. Esto se debe a que la prestación de servicios jurídicos puede servir
como prevención para reducir riesgos legales que: i) por un lado no son conocidos
por los clientes y ii) aún siendo cubiertos pueden resultar insuficientes (a
veces por la negligencia de la parte demandante, por la mala actuación de la
Administración, etc). Por ejemplo, un servicio jurídico de alta calidad en un
juicio perdido puede parecer un fracaso, pero un servicio jurídico mediocre
puede esconderse tras un pronunciamiento judicial favorable al cliente. En
otros casos, la redacción de un contrato con graves insuficiencias jurídicas
(por ejemplo por riesgo de cláusulas nulas si la otra parte las detecta o de
cláusulas contrarias al derecho de la competencia), puede no provocar efectos
negativos. Sin embargo, ese servicio habría
sufrido de graves deficiencias, aunque el cliente no las hubiera apreciado al no materializarse el riesgo implícito. De hecho, esta critica será más leída por juristas que por posibles clientes (legos en derecho), que son los que deberían recibir el mensaje.
En un momento como
el actual, donde las empresas se centran en la obtención de resultados, los
servicios jurídicos, con resultados abstractos, pierden mucho valor empresarial.
Hoy en día las empresas, sobretodo medianas y pequeñas, y que son la gran
mayoría, se centran en dedicar su tiempo y dinero en gastos e inversiones que
puedan medirse fácilmente, alejándose del cumplimiento legal y la reducción de
riesgos jurídicos.
¿Cómo va a importar
el derecho a una sociedad hambrienta de resultadismo material e inmediato?
Esta forma de
actuar aumenta mucho los riesgos, como ya pasó con la burbuja inmobiliaria, o
la burbuja de las telecom, o en un futuro la burbuja de las tecnológicas. Es
importante que las empresas y particulares sepan que ante un riesgo, ya sea de
crédito, legal, de inflación, etc, existen dos opciones: cubrir el riesgo o no
cubrir el riesgo. Creo que cubrir los riesgos es la opción más beneficiosa para
las empresas, los particulares y la sociedad, dando estabilidad al día a día de
la población.
En definitiva, la
tendencia actual, en la que el derecho y el ejercicio de la abogacía son
percibidos como meros gastos sin resultados directos en la cuenta corriente del
sujeto que sea me parece un riesgo para la estabilidad económica y social.
Comparando la percepción respecto al derecho y el gasto en asesoramiento legal en
países estables, como Estados Unidos o Alemania, con los existentes en España, nos
podríamos hacer una idea de la preocupante situación de esta comunidad en clara
decadencia política, económica y social.
La excelencia no se consigue dando valor únicamente a lo que otorga ingresos inmediatos, sino al trabajo continuo a lo largo del tiempo.
La excelencia no se consigue dando valor únicamente a lo que otorga ingresos inmediatos, sino al trabajo continuo a lo largo del tiempo.