Carta abierta a los emprendedores sobre el asesoramiento jurídico a start-ups
Cuando un
emprendedor decide iniciar un proyecto empresarial se enfrena a muchos
problemas, de los cuales uno de ellos es el asesoramiento jurídico.
A nivel legal el
promotor de una start-up debe, como primer paso, aceptar que los costes
jurídicos son un gasto importante para iniciar su empresa. El asesoramiento
legal en España tiene la ventaja de ser relativamente barato, pues el mismo
asesoramiento en países como EEUU, Inglaterra, Alemania o Francia cuesta más
del doble. El problema es que la profesión de abogado en España está
desprestigiada y el compliance (cumplimiento
legal) no es visto como un valor añadido (como sí ocurre en países como EEUU o
Alemania). A pesar de ello, el asesoramiento legal en España sigue teniendo un
coste relativo muy elevado para todo emprendedor.
Existen formas de
reducir estos costes. En primer lugar, la mayoría de abogados y despachos son
conscientes de los límites del negocio y, en consecuencia, reducen sus
honorarios iniciales con la finalidad de mantener la relación comercial y
cobrar mejor cuando el proyecto empiece a producir sus frutos. Un buen momento
para recoger la apuesta del despacho en una start-up es la primera ronda de
financiación importante, pues a través de su negociación y preparación de documentos
(cartas de intenciones, ampliación de capital, prenda de participaciones, etc.),
el despacho podrá facturar una cantidad suficiente para compensar la acumulación
de horas de trabajo a cambio de ingresos muy limitados. Existen algunas formas
interesantes de ahorrar el coste dinerario del servicio jurídico, como es la
entrega de capital social, pero eso puede provocar conflictos de interés a los
abogados y, además, el emprendedor debe reservar cada punto porcentual de su
capital social a aquellos supuestos que realmente requieran ceder parte del
control de la compañía. La mejor manera de enfocar una reducción de costes
legales con los abogados es crear una relación de permanencia, a través de la
cual tanto abogado como empresario/emprendedor crean en el proyecto y la
creación de beneficios mutuos. La rebaja de honorarios agresiva sólo lleva a la
pérdida de calidad en el asesoramiento.
Otro elemento que
debe tener en cuenta todo emprendedor es que, además de la negociación de buena
fe en los honorarios, la elección de un buen despacho o abogado es crucial.
Para no caer en errores debería reunirse con varios despachos distintos y sacar
tanta información como sea posible de los abogados, como: formación,
experiencia, casos similares, conocimiento del sector, equipo que manejará la parte
legal de su proyecto, etc. Uno de los principales errores de muchos
emprendedores es centrarse en negociar la rebaja de los honorarios en lugar de
buscar los mejores abogados para su compañía. Ni las marcas ni el low cost darán el impulso que requiere toda
start-up. Ningún emprendedor debería temer reunirse en repetidas ocasiones con
los abogados antes de cerrar un presupuesto con ellos, siempre y cuando deje
claro que está realizando tomas de contacto para decidirse.
A la hora de elegir
entre despachos, el emprendedor debe tener claro que existen muchos perfiles de
abogados. Hay abogados generalistas que pueden responder a cualquier solicitud
del cliente, estos abogados se esconden en el supuesto carácter artesanal de su
trabajo y en la confianza, pero sólo es un velo para esconder su mediocridad en
cada ámbito concreto del derecho. Como pasa en la medicina o la ingeniería,
nadie es experto a la vez en neurología y pedagogía, ni en mecánica de fluidos
e ingeniería informática. Hay otros abogados que son expertos en una determinada
área del derecho, están hiperespecializados en un ámbito concreto y dan una
seguridad y valor añadido extraordinario en esa específica área del
conocimiento, pero si prestan su servicio sin compañía de otros abogados son un
riesgo para el emprendedor, pues son incapaces de evitar riesgos legales
resultantes de otras áreas del derecho. La solución a esta situación es la
contratación de un numeroso equipo de profesionales hiperespecializadps que
trabajen juntos, pero los costes de un equipo de esta clase son asumibles por
empresas cotizadas y pocos negocios más. Como tercer tipo de abogados están los
que sin llegar a estar hiperespecializados son expertos en determinadas áreas
del derecho, de modo que si colaboran con otros abogados que cumplimenten sus
carencias en otras áreas del derecho darán un servicio de calidad. Es bastante
probable que la solución de todo emprendedor sea esta tercera vía, pero de este
tipo de abogados y despachos hay muchos, por lo que el emprendedor deberá buscar
y comparar varias alternativas antes de decidirse.
Otra de las
variables que afectan al éxito de una start-up, en relación con la parte de
gestión legal, se refiere a la colaboración entre el despacho y el emprendedor
en la parte económica de la empresa. Es cierto que los despachos de abogados no
deben entrar en la prestación de servicios de consultoría, pero también lo es
que el derecho mercantil está muy vinculado con la consultoría y que una de las
partes más importantes del asesoramiento jurídico a una start-up, es
acompañarla en la negociación, con inversores, captación de financiación y
venta parcial de la compañía, ya sea a venture capitals, business angels, etc.
Otra función
importante de un despacho de abogados es que sepa asumir su tarea formadora
cuando el emprendedor no conoce el funcionamiento del sector empresarial y emprendedor.
Uno de los errores más graves que puede cometer un emprendedor es ejecutar una
buena idea de negocio sin conocer el funcionamiento de este mercado, pues puede
estar levantando una compañía a la que jamás volverá a tener el control por los
documentos que haya podido firmar desconociendo los detalles legales de los
acuerdos. Si el despacho es incapaz de aportar este servicio no es el adecuado para acompañar a un emprendedor, en especial si no se trata de un emprendedor experimentado.
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