Capital in the Twenty-First Century, Thomas Piketty (Parte I)
Creo que el debate sobre el
impuesto de sucesiones tanto entre políticos como entre votantes y tertulianos en general, en España está muy por debajo
del nivel intelectual que debería. Sin tener una opinión clara sobre cuál
debería ser la postura a seguir, esto es, si gravar o no el patrimonio
transmitido por vía sucesoria y, en su caso, en qué medida, expongo algunos extractos del
libro de Thomas Piketty “Capital in the Twenty-First Century” que pueden servir
al lector para reflexionar. Para la comprensión del texto hay que tener en
cuenta dos premisas de la situación económica actual (centrándonos en Europa y
Norteamérica): i) incremento de la población muy reducido y ii) crecimiento
económico reducido o muy reducido.
En futuras entradas destacaré o
resumiré otros extractos, pero por ahora vale la pena:
…in a World in which
each couple has ten children, it is clearly better as a general rule not to
count too much on inherited wealth, because the family wealth will be divided
by ten with each new generation. In such a society, the overall influence of
inherited wealth would be strongly diminished, and most people would be more
realistic to rely on their own labor and savings.
…in a society where
output per capita grows tenfold every generation, it is better to count on what
one can earn and save from one’s own labor: the income of previous generations
is so small compared with current income that the wealth accumulated by one’s
parents and grandparents doesn’t amount to much.
Conversely, a stagnant
or, worse, decreasing population increases the influence of capital accumulated
in previous generations. (…) With low growth, moreover, it is fairly plausible
that the rate of return on capital will be substantially higher than the growth
rate, a situation that (…) is the main factor leading toward very substantial
inequality in the distribution of wealth over the long run.
Es decir, para decidir si imponer
un impuesto sobre las sucesiones, no hay que centrarse tanto en si el padre o
el abuelo trabajó mucho para ganarse el patrimonio y transmitirlo a sus
familiares libremente y sin coste, sino en los efectos de esa
transmisión en la economía, el progreso y sus efectos en la desigualdad Valga decir, que es curioso el hecho de tratar de forma distinta donaciones en vida de sucesiones mortis causa, por un lado, y sucesiones entre familiares o no familiares de otro, puesto que respetar la institución familiar no tiene nada que ver en dar un trato fiscal favorable a las transmisiones intrafamiliares.
Si una economía crece con altos
porcentajes los efectos del patrimonio familiar transmitido con cero coste (exención total en el impuesto de sucesiones) es
menor, siendo el patrimonio a obtener durante la vida del heredero más
relevante que el que pueda heredar; del mismo modo, si cada familia tiene
muchos hijos, el patrimonio a transmitir se reparte en muchos fragmentos y el
efecto de esta transmisión mortis causa en la desigualdad entre ciudadanos deja
de ser relevante. Sin embargo, cuando el crecimiento de una economía es bajo y
las familias tienen pocos hijos, la transmisión mortis causa del patrimonio
familiar genera cada vez mayor desigualdad, dando muy pocas oportunidades de
progreso económico a los hijos de gente sin patrimonio. Esto aún se complica
más cuando el coste de la educación o el capitalismo de amigos (crony capitalism) toman parte. De todos
modos, este no es el objeto de esta entrada, pues en los extractos de Piketty destacados
aquí no se comentan estas dos variables.
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