Sobre la tributación progresiva en el IRPF (Parte II)

Study for the Head of George Dyer - Francis Bacon
En esta primera parte introduje la idea de que quizá habría que enfocar la progresividad en la tributación del IRPF de forma distinta. El cambio partiría de utilizar como base del método de cálculo en la tributación unidades de utilidad, en lugar de unidades monetarias. Las unidades de utilidad seguirían incorporando el dinero pero, junto a éste se añadirían otros conceptos como el tiempo de ocio y otras variables que habría que analizar, como por ejemplo la inversión en formación, pero intentando no excederse en su complejidad, puesto que la aplicación de un sistema como éste, ya de por sí, sería especialmente compleja.

El cambio residiría, en especial, en introducir una forma para incrementar la capacidad económica de las personas que más tiempo tienen que invertir para ganar la misma cantidad que otras. Esto se debe a que el enfoque en la tributación dejaría de estar centrado únicamente en la cantidad de dinero ingresado para centrarse en incrementar o redistribuir las unidades de utilidad de los ciudadanos, tal y como se introdujo en la primera entrada.

Si dos personas ganan lo mismo pero una de ellas ha trabajado menos tiempo, tiene más tiempo de ocio y, por lo tanto, más puntos de utilidad. Sin embargo, el que trabajó más tiempo para ingresar el mismo importe ha tenido menos utilidad en forma de tiempo libre. Debido a que esta segunda persona ha gastado más tiempo de ocio en tiempo de trabajo, por lo que sería conveniente compensarle con una tributación menor. De este modo, tendría mayor capacidad económica para sacar mayor provecho del menor tiempo libre del que goza.

Como se puede ver, con este sistema se intentan equilibrar las unidades de utilidad entre ciudadanos.  La aplicación concreta de un sistema de este tipo es, evidentemente, más compleja que el sistema actual, puesto que se enfoca con la finalidad de conseguir más justicia y no se centra únicamente en la capacidad económica, sino en la suma de dinero y resto de variables que afecten a las unidades de utilidad.

Uno de los problemas de este sistema es conocer el tiempo real invertido por cada ciudadano en el trabajo. Actualmente, en la mayoría de países no se controlan las jornadas de trabajo, permitiendo a los empresarios que sus trabajadores estén nueve, diez y más horas en el trabajo, mientras que formalmente se supone que sólo dedican 8 horas o incluso menos al trabajo (es decir, sin pagar horas extra o sin cotizar la totalidad de la jornada). Por lo tanto, el primer paso para implementar un sistema como este sería acabar con estas prácticas.

Si pasamos las ideas comentadas respecto a la tributación sobre el trabajo a la tributación sobre el capital, la diferencia aún resulta tanto más marcada como más compleja. Actualmente la tributación sobre el capital, como puede ser la tributación sobre la renta obtenida a través de participaciones en sociedades de capital, tiene unos tipos menores a los del IRPF, aunque al sumar los distintos impuestos la diferencia no es tan relevante. Es decir, los dividendos de una sociedad antes de tributar en el IRPF ya han tributado por IS, de modo que la presión fiscal acumulada se acerca a la del trabajo. Sin embargo, si consideramos el tiempo invertido en obtener estos ingresos, un sistema que quiere equilibrar la utilidad global de los ciudadanos nos debería llevar a que las rentas sobre el capital tuviesen tipos de gravamen muy superiores a los del trabajo (aquí la duda podría ser qué tratamiento se le da a la asunción de riesgos). Esto es muy importante por cuanto en la actualidad el sistema da un trato opuesto a estas rentas, con la finalidad de retener y atraer el capital, por lo que, sin un sistema tributario global es muy improbable que la desigualdad entre rentas del trabajo y del capital se reduzcan. 

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