Abogados emprendedores: factores endógenos y exógenos que limitan la actividad emprendedora en los despachos de abogados
Taking in the Rye - Kazimir Malevich |
La actividad
emprendedora en la abogacía es una realidad, pero también lo es que en este
sector los cambios ocurren de forma muy lenta y limitada, debido tanto a
factores endógenos (con origen en el abogado como persona y en el despacho de
abogados como organización) como exógenos, tal y como veremos a continuación.
En próximas entradas veremos cómo puede evolucionar la abogacía en el futuro, a
pesar de la ralentización provocada por los motivos vistos aquí, como: estandarización
programada de contratos, servicios en red, incoporación de perfiles técnicos no
jurídicos, e-commerce, arbitrajes y juicios online, etc.
Entre los factores
endógenos, el primer condicionante a destacar es la genética imperante en la
mayoría de abogados. Tanto a la hora de escoger la profesión, como en la
posterior incorporación al mercado laboral y su desarrollo profesional. El
perfil del abogado tiende a ser más conservador que en muchas otras profesiones
(más adelante veremos algunas de sus causas) y sus objetivos principales son la
supresión de los errores de forma preventiva y la reparación de los cometidos en
un entorno organizado y de cumplimiento legal. Además, el entorno del abogado,
como factor exógeno, condiciona esta menor tolerancia al riesgo, incrementando
su forma de actuar para minimizar el riesgo (más delante entraremos en este
punto).
La actividad
emprendedora requiere una alta aceptación a los posibles errores y al fracaso,
como se puede ver en los porcentajes de fracaso empresarial, en las entrevistas
a emprenedores o en el número de operaciones con éxito de las compañías de
capital riesgo. Sin embargo, como acabamos de destacar, en la abogacía los
riesgos son el mal a evitar, tanto por los posibles condicionantes genéticos
como sociales.
Muchos pueden decir
que la influencia genética es inexistente o irrelevante, habiendo abogados de
todos los perfiles, pero el perfil mayoritario del abogado tiene mucho más en
contra del emprendedor que a favor, algunos ejemplos son: la elección de la
carrera en contraposición con otras más acordes con la actividad emprendedora
(como ciencias empresariales, ingenierías o carreras dirigidas a las nuevas
tecnologías), la elección de la abogacía como una profesión estable que premia
la experiencia en contraposición a emprender en otros sectores o dedicarse a
otros trabajos, los procesos de selección que priorizan perfiles muy
estandarizados, el abandono de la profesión por aquéllos que ven limitadas sus
capacidades de innovar debido a los factores exógenos, etc. La cuestión es que
al final el abogado que acaba prevaleciendo tiende a un perfil que poco tiene
que ver con el emprendedor.
Otro factor
endógeno (de los despachos de abogados) que limita la innovación en la abogacía
es la forma en que los despachos obtienen ingresos. En primer lugar, podemos
destacar que el tamaño de la mayoría de despachos es muy reducido, con ingresos
insuficientes para la inversión en I+D+i. Otro aspecto relevante es que, a
parte del pequeño tamaño ya mencionado, la mayoría de despachos no se organiza
como una empresa sino como una agrupación de abogados autónomos que actúan por
separado y eso reduce las posibilidades de inversión. Además, los abogados se
centran en la prestación de servicios legales por ser su forma de ingresar
dinero, desatendiendo la inversión de tiempo en inventar nuevas formas de
prestar su servicio. En cambio, cuando la actividad del trabajador es vender
productos su capacidad para invertir tiempo en nuevas formas de venta se
incrementa.
Como factores
exógenos, la presión de la clientela para reducir los riesgos es un freno
evidente hacía la innovación del sector legal. Los clientes se dirigen a los
despachos buscando profesionales con experiencia y capacidad para evitar
cualquier imprevisto. Cuanto más casos iguales resueltos con éxito de la misma manera
mejor para el cliente, y éste sólo permitirá pequeños cambios que ayuden a
mejorar los resultados satisfactorios anteriores, pero sólo si esos pequeños
cambios no ponen en peligro el éxito ya obtenido con anterioridad. Para
arriesgarse el cliente ya tiene su propia actividad, no lo hará cuando contrata
un servicio externo.
Para que los despachos puedan evolucionar es importante que los abogados mantengan la calidad en el servicio junto a la satisfacción del cliente, a medida que se van incorporando novedades en la forma de ejercer la profesión.
Para que los despachos puedan evolucionar es importante que los abogados mantengan la calidad en el servicio junto a la satisfacción del cliente, a medida que se van incorporando novedades en la forma de ejercer la profesión.