Mentores y barreras de entrada para el abogado joven
Una de las figuras
históricamente claves en la abogacía es la del mentor. Este hecho se debe a que
el ejercicio de esta profesión tiene un gap
o brecha bastante importante entre el conocimiento adquirido en las
universidades y las habilidades y experiencia necesarias para llevar casos con
plena independencia.
Este gap existente entre el licenciado (o
graduado) en derecho y la capacitación necesaria para el ejercicio profesional,
como sucede en muchas otras profesiones, forma parte de las llamadas barreras
de entrada en el mercado. Junto a esta situación hay que añadir que el sector
de la abogacía está marcado por su enorme atomización. Es decir, la gran
mayoría de despachos son de reducido tamaño (máx. 5) y esto define la forma en
que los abogados junior entran en el mundo laboral. El problema es que estos
pequeños despachos, igual que ocurre con los grandes, están aumentando las
horas de trabajo efectivo mientras reducen sus honorarios. Este proceso reduce
el tiempo dedicado a la formación de los recién incorporados en la profesión
así como el número de contrataciones de abogados junior. En cuanto a las firmas
más grandes pasa lo mismo, aunque con un enfoque distinto, pues se contratan
menos abogados y se les puede dar menos tiempo de formación.
La situación
comentada lleva a muchos recién licenciados a plantearse ejercer por cuenta
propia, pero el mencionado gap entre
el conocimiento teórico y el práctico es una gran desventaja a tener en cuenta
en el análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades).
De las barreras de
entrada que los abogados emprendedores deben tener en cuenta encontramos dos
muy relevantes que son la identidad de marca (desconfianza en el abogado novel
frente a los ya experimentados y los despachos de marca) y la curva de
conocimiento (relacionado con el gap
entre la obtención de la carrera y el ejercicio).
Otra barrera de
entrada importante es la económica. Ciertamente no es muy caro establecerse por
cuenta propia, sobretodo con la rebaja de los alquileres de oficinas durante
los últimos años. Sin embargo, un abogado que empieza de cero debe pagar varios
costes mensuales que, aún no siendo muy altos, al ser varios son difícilmente llevaderos
(a no ser que se tengan familiares que pasen asuntos al emprendedor, cosa
bastante habitual en la práctica, aunque no se diga a menudo y menos en
público). Entre estos costes observamos: el alquiler, material de oficina, la
cuota colegial, la mutualidad, los desplazamientos, el IAE, IVA, etc.
Puede que el éxito
del recién licenciado que quiere trabajar por su cuenta sea colaborar con algún
abogado experimentado que, sin contratarle, pueda hacerle de mentor en cierto
modo. Y sin necesidad de que éste sea un familiar.