Statu quo legal como factor clave en el desprestigio del sector junto a la percepción del cliente
Edward Lamson Henry - A Country Lawyer |
En los últimos años
se ha consolidado la idea de que el mercado anterior a la crisis de 2007 respondía
a la expresión “seller’s market”, mientras
que tras este traumático acontecimiento, el paradigma cambió hacía el llamado “buyer’s market”.
En el sector de la
abogacía el incremento de poder en manos de los clientes supone una rebaja de
precios, pero el sector es incapaz de asumir la cantidad que se quiere rebajar,
sobretodo cuando los costes fijos de los despachos son muy elevados, de allí el
incremento de escisiones o spin-off
de despachos grandes a pequeños y medios, basados, sobretodo, en la
especialización.
Gracias a esta especialización
los despachos pueden aumentar su rentabilidad, al tener estructuras más
dinámicas, especializadas y eficientes, entre otras características.
Por su parte, los
despachos de mayor tamaño se ven forzados a bajar salarios e intentar mejorar
la gestión, manteniendo la calidad técnica. La inversión en la base de la
pirámide que forma su plantilla se ve reducida en número y retribución. Además,
los llamados paralegals, que son
trabajadores de despachos de abogados “no abogados”, con especial peso en UK y
EEUU por ser allí donde se introdujeron primeramente, empiezan a extenderse
también en España. El problema de los llamados paralegals es que aquí son abogados (juniors pero abogados
licenciados o graduados y colegiados), no un perfil distinto como manda su
origen.
Otro problema que
pone en evidencia este cambio de paradigma, aunque existente desde los primeros
tiempos de la abogacía, es la limitación de la clientela para valorar la
calidad técnica del servicio.
Cuando un
particular o una empresa contrata a un despacho, la valoración a realizar del
servicio es de muy difícil cuantificación. Buenos ejemplos de ello son las
medidas preventivas para evitar riesgos legales futuros, o la buena llevanza de
litigios. Esto se debe a que los contratantes de servicios legales a menudo
desconocen el derecho y, en consecuencia, no pueden diferenciar los buenos
servicios legales de los menos buenos. De allí que la confianza sea un factor
clave a la hora de contratar a un abogado o despacho u otro. Sin embargo, esto
provoca graves riesgos y aprovechamientos por parte de ciertos abogados y
despachos mediocres que saben colocar sus servicios.
Ante esta situación
es importante que se incremente la transparencia del mercado, que en España, a
diferencia de lo ocurrido en muchos otros países, es muy limitada. Aunque ello
tampoco es garantía para el buen funcionamiento del sector. Por ejemplo, si
analizamos los directorios y rankings legales existentes veremos que los
resultados a veces no parecen tan precisos como deberían, de modo que el boca
oreja sigue siendo más útil que otros instrumentos aún en maduración (y de los
cuales también observamos importantes opacidades que los hacen de menor
confianza de lo deseado).
Junto a la mencionada
transparencia es importante que el sector empiece a adoptar nuevas formas de
trabajar, dejando atrás antiguas ineficiencias y abusos por parte de los
abogados. Sólo de este modo el sector podrá separar el grano de la paja y
recuperar la imagen respetuosa que antiguamente poseía.