¿Qué es la taxonomía de sostenibilidad y por qué es una pieza clave del futuro de la UE?
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En marzo de 2020 el Grupo de Expertos Técnicos sobre Finanzas
Sostenibles de la Comisión Europea (GET) publicó tres documentos titulados: Informe
técnico de taxonomía de la UE, Anexo técnico de taxonomía de la UE y Herramienta
Excel del de la taxonomía de la UE.
Tal y como vimos en la entrada “El
plan de la UE para una economía limpia y sostenible”, estos documentos sobre
taxonomía se encuadran en el Plan de Acción para una economía más ecológica y
más limpia y, concretamente, en su primer objetivo consistente en establecer un
lenguaje común para las finanzas sostenibles.
El GET define la taxonomía de la UE como: Herramienta para ayudar a
los inversores, compañías, emisores y promotores de proyectos, a llevar a cabo
la transición hacía una economía con bajas emisiones de carbono, más resiliente
y eficiente en el uso de recursos.
La taxonomía identifica seis objetivos para conseguir la transición a
una economía más sostenible: 1) mitigación del cambio climático, 2) adaptación
del cambio climático, 3) sostenibilidad y protección del agua y los recursos
marinos, 4) transición a la economía circular, 5) prevención y control de la contaminación,
y 6) protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
De momento se ha publicado el desarrollo de la taxonomía referido a
los dos primeros objetivos, con la previsión de terminar el resto de los
objetivos entre 2021 y 2022. Esta publicación por partes es comprensible por el
enorme trabajo que conlleva el desarrollo de cada uno de estos objetivos.
La taxonomía clasifica las actividades empresariales según los
criterios NACE y, además, facilita las equivalencias con otros sistemas de
clasificación internacional de actividades.
La taxonomía de la UE gira sobre tres ejes principales: (i) en un
primero, identifica las actividades que son favorables para la sostenibilidad, las
actividades que pueden ayudar al desarrollo sostenible y las actividades que no
cumplen con la taxonomía, (ii) en un segundo, establece el concepto de “do no
significant harm” (DNSH), como un requisito de no provocar daños a otros
objetivos para cumplir con uno o varios de ellos, y (iii) en un tercer eje, establece
las garantías mínimas a cumplir siguiendo guías internacionales como la OECD Guidelines
on Multinational Enterprises y la UN Guiding Principles on Business and Human Rights.
Para que una actividad empresarial se considere conforme a la
taxonomía de la UE, debe cumplir con los tres ejes. Además, la taxonomía
distingue entre las actividades que ayudan al desarrollo de la sostenibilidad (substantial
contribution) y las actividades habilitadoras de las primeras (enabling activities).
De este modo, la taxonomía es favorable a estos dos tipos de actividades y, en
cambio, contraria a las actividades no alineadas con sus criterios. Es decir,
las actividades excluidas de la taxonomía de la UE y que, por lo tanto, no
pueden considerarse nunca alineadas con sus criterios.
En tanto una misma compañía puede realizar varias actividades NACE
distintas, para realizar el análisis de cumplimiento en taxonomía de la UE hay
que identificar cada una de las actividades de ésta y el peso que tienen en la
facturación global. De este modo, las actividades y su facturación de
contribución sustancial son 100% elegibles como conformes a la taxonomía. En
cambio, las actividades habilitadoras y las que no contribuyen per se a la sostenibilidad, requieren que se cumpla con el DNSH y las
garantías mínimas de estándares internacionales para ser elegibles (en determinado porcentaje o el 100%).
Cuando existen grupos de empresas o empresas de inversión con
participación en un portfolio, el análisis de cumplimiento de la taxonomía de
la matriz o holding se lleva a cabo ponderando el peso de cada una de las
participadas en la matriz o holding.
El anexo técnico contempla ocho actividades de mitigación que pueden contribuir
de forma sustancial en la mitigación del cambio climático: forestal,
agricultura, fabricación, electricidad y demás suministros como gas y vapor,
agua y alcantarillado y basura, transporte y almacenamiento, información y
comunicaciones, y construcción e inmobiliario.
El anexo técnico también contempla nueve actividades de adaptación que
pueden contribuir de forma sustancial en la adaptación al cambio climático: forestal,
agricultura, fabricación, electricidad y demás suministros como gas y vapor,
agua y alcantarillado y basura, información y comunicaciones, construcción e
inmobiliario, actividades financieras y aseguradoras, y actividades
profesionales y científicas y técnicas.
Gracias a la taxonomía de la UE, existirá un marco sobre el cual los
distintos operadores podrán enfocar el desarrollo de actividades y medidas para
el desarrollo sostenible.
Respecto de los inversores, por ejemplo, podrá calcularse el grado de
cumplimiento de las actividades empresariales con la taxonomía de la UE, a fin
de decidir si invertir o no en la compañía.
Respecto de los poderes legislativos estatales y de la UE, el
cumplimiento con la taxonomía de la UE podrá ser el criterio para optar o no a
contratar con administraciones públicas, recibir o no beneficios y deducciones
fiscales, utilizar determinadas denominaciones o etiquetas verdes, poder emitir
o no bonos verdes, etc.
En consecuencia, la taxonomía de la UE está llamada a ser un
instrumento clave para el desarrollo de políticas y normativa, así como a ser
una herramienta habitual para los operadores privados del mercado europeo.
Continuar con la segunda parte de esta entrada AQUÍ.
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